lunes, 26 de agosto de 2013

Legado Monumental de JOSÉ RAMÓN LÁZARO BENCOMO (DELARRA)

No siempre se pueden hacer viajes en el que se combinen el placer y el conocimiento; pero cuando de enseñar a los hijos se trata no hay mayor satisfacción para un padre que encontrar los medios para hacerlo, así es como a finales de los 90s del siglo pasado emprendimos un viaje familiar por nuestro país gastando los recursos acumulados durante los tiempos del crudo período especial y alguna ayuda de remesas familiares para no perdernos el privilegio de poner sonrisas en los labios de nuestro pequeño príncipe y de su única prima, uno de los sitios visitados fue la provincia de Villa Clara donde se halla el imponente monumento escultórico al Ché, en este lugar hay una atmósfera de luto y jubilo a la vez, por más cálido que parezca el clima una brisa siempre te deja saber que estas en una isla, al entrar crees que sabes la historia, cuando sales te das cuenta que la historia es más grande que el conjunto monumental, un detalle que pasó desapercibido en esta visita o en este encuentro con los héroes que allí reposan, es el creador del Monumento al Ché, estoy segura que la guía del lugar lo mencionó pero solo lo percibimos como un detalle ante el cúmulo de hechos que siguieron en la explicación. Años más tarde cuando una noticia en el períodico anunciaba el fallecimiento de JOSÉ RAMÓN LÁZARO BENCOMO (DELARRA) caí en el detalle olvidado del Monumento Villaclareño, y aparecía ante mí un artista casi anónimo con una obra inmensa. Hoy que se cumplen 10 años de la desaparición física de Delarra quiero homenajear al héroe de los espacios, al cubano que legó a nuestros descendientes obras que admirar.

José Ramón de Lázaro Bencomo (DELARRA) (San Antonio de los Baños, 1938- La Habana, 26 de agosto de 2003)

Comenzó sus estudios de escultura en 1949 en la escuela de arte de Villate y luego amplía sus estudios en San Alejandro. Pero antes de graduarse, se ve precisado a abandonar el país por la persecución de algunos sicarios de Batista que “tienen su vista puesta” en el joven escultor hijo de un zapatero comunista. Sin embargo, el periplo europeo que interrumpió en 1959 para regresar a su patria, le valió las enseñanzas de grandes escultores como José Clará (en Barcelona) y Vistorio Macho en Toledo, o prácticas artísticas como ser copista en el Museo del Prado de Madrid, o ayudante y alumno del escultor Antonio Berti en la Escuela de Bellas Artes de Florencia. Visita otros países europeos como Holanda, Alemania, Bélgica. Esta experiencia en sus años de formación, a la que se suman profesores como Sicre, o su trabajo como ayudante de Fernando Boada, no fueron para DELARRA sino el impulso y la motivación para buscar una forma de decir propia, que no se conformó nunca con la pertenencia a una corriente estilística en particular, sino expresada a través de la experimentación y la incursión en diferentes campos de la plástica.

Una de sus mayores influencias, serían sin lugar a dudas, la obra monumentaria de Teodoro Ramos Blanco y de Juan José Sicre, y sus mayores inspiraciones para incursionar desde los comienzos mismos de su carrera, en la escultura pública conmemorativa.

En la década del 60 se aventura en múltiples exposiciones didácticas en escuelas, fábricas, parques: desde el Parque Central de La Habana, hasta el parque de Güira de Melena, que serían testigos de una exposición móvil que él tituló de “escultura revolucionaria” para que el pueblo conociera esa manifestación del arte a la par que hace demostraciones prácticas de cómo se crea una escultura. Incursiona en la cerámica, la ilustración gráfica, el grabado: es uno de los fundadores del Taller Experimental de Gráfica de La Habana, hace varias exposiciones de litografías sobre diversos temas y apuntes, los más sobresalientes tienen como tema el caballo, que es uno de sus asuntos más recurrentes: el animal no sólo como fuerza y belleza aerodinámica, sino como protagonista de nuestras luchas independentistas y de la nacionalidad cubana.

Obtiene numerosos premios en esta época: el primer premio del concurso que convocó la Universidad de La Habana para dotar de una escultura de Rubén Martínez Villena a la Biblioteca Central de ese centro de estudios. Profesor y director de San Alejandro, Director de Artes Plásticas de la provincia de La Habana, creador de centros de cultura, conferencista, entre otras muchas facetas.
Sin embargo, cuando decimos DELARRA, se piensa siempre en sus monumentos: la cabeza monumental de Engels en Pinar del Río, la figura ecuestre del Generalísimo Máximo Gómez en Camagüey, el monumento al descarrilamiento del tren blindado en Santa Clara, o las plazas de la revolución de Bayamo y Holguín.

Aunque estilísticamente su obra es eminentemente figurativa, tiene algunas interesantes soluciones abstractas: el monumento al descarrilamiento del tren blindado, incorpora los vagones del tren como esculturas y grandes cuñas de hormigón, algunas de 15 metros se proyectan contra ellos para representar la acción rebelde, o las bombas lanzadas en la batalla, todo mediante figuras geométricas.


Su labor no se circunscribe al suelo patrio: Siempre basándose en amplias investigaciones de carácter histórico, en una simbología que nunca fue hermética, siempre buscando información fotográfica y hasta de reliquias personales de los héroes que representó, trataba de comunicar al espectador la historia del personaje que esculpía, de forma que los valores estéticos se sumaran al contenido simbólico, como una unidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario