La logia francmasónica de los
"Soles y Rayos de Bolívar" de acuerdo con otras sociedades secretas
de la isla organizó una conspiración,
persiguiendo el objetivo de crear en Cuba la República de Cubanacán con la
ayuda de Venezuela y Colombia, tuvo entre sus principales dirigentes el
colombiano José Fernández la Madrid, último presidente de la primera república de
Colombia; el ecuatoriano Vicente Rocafuerte, quien sería en 1835 presidente de
su país; el escritor peruano Manuel Lorenzo Vidaurre, y el argentino José A.
Miralla, muerto en México mientras preparaba una expedición a Cuba, quienes en
el momento de ser descubierta la conspiración se encontraban fuera de la Isla,
por lo que se ha señalado como su jefe, al habanero José Francisco Lemus,
coronel del ejército colombiano. En 1817, Lemus había entrado en contacto, en
Filadelfia, con los representantes colombianos ante el gobierno de Estados
Unidos, Gual y Torres, quienes lo comisionaron para preparar en Cuba una
insurrección en apoyo a la invasión que debía llevar a cabo un ejército
bolivariano de 3 000 hombres al mando del general Manrique.
Lemus comenzó a conspirar en Cuba
en 1822 con la colaboración del oficial colombiano Barrientos, utilizando como
subterfugio las reuniones de la logia masónica, “Los Soles” creada por él, y
como procedimientos los toques, señales, rituales y jerarquías de la masonería.
Cada afiliado –Sol-, antes de convertirse en Rayo debía reclutar a no menos de
siete nuevos adeptos con quienes mantenía vínculos, lo que compartimentaba en
cierta medida la conspiración. La conspiración “Rayos y soles de Bolívar” fue
uno de los intentos prematuros de lograr la independencia de Cuba. Su nombre,
relacionado con El Libertador, surgió por la forma en que se nutría la
organización: cada miembro tenía que reclutar a otro por el se les otorgaba el
grado de sol y los que habían juramentado formaban su Rayo.
Esta adoptó una bandera con
centro azul turquí y en el punto medio un sol brillante de color plateado
dentro de una circunferencia carmesí.
Durante la segunda mitad de 1822
y los primeros meses de 1823, el movimiento se extendió desde La Habana a Matanzas,
las Villas y Camagüey, vinculándose con otras logias y organizaciones secretas,
como los Caballeros Racionales de Matanzas y la Cadena Triangular de Puerto
Príncipe. Su plataforma política logró atraer a sus filas a numerosos criollos
ilustres, como Miguel Teurbe Tolón; José María Heredia; el abogado Martín de
Nueces; José M. Oro, propietario de la imprenta Filantrópica o Tormentaria;
Mariano Seguí y otros, entre los cuales figuraban jueces, sacerdotes, oficiales
de la milicia, pequeños propietarios y, según Vives, “labradores, menesterales
del campo y gentes de color, seducidos por algunos alcaldes, regidores y
vecinos de igual categoría”; además, latinoamericanos radicados en Cuba, entre
ellos, el venezolano Juan J. Peoli, cuya esposa sostenía correspondencia con
Bolívar.
A lo largo de casi cuatro años de
trajines conspirativos, acopiaron armas y municiones, diseñaron su bandera y
publicaron varias proclamas firmadas por Lemus como generalísimo, jefe de las
primeras tropas republicanas de Cubanacán, en las que explicaban los objetivos
políticos del movimiento.
La organización había sido
penetrada desde 1821 por los servicios de inteligencia del capitán general
Nicolás Mahy, pero no fue sino hasta 1824, fecha en que Angulema penetró en
Madrid y el restablecimiento del absolutismo podía provocar un estallido
revolucionario, cuando Dionisio Vives decidió liquidarla.
Los arrestos comenzaron el 14 de
agosto de 1824 y cinco días más tarde, Lemus fue apresado en Guanabacoa. La
causa involucró a 602 acusados, pero el capitán general, actuando con gran
tacto, decidió evitar efusiones de sangre que trajeran males mayores. Lemus y
Peoli fueron remitidos a España a disposición del gobierno, otros conspiradores
fueron condenados a gruesas multas y no pocos, como Heredia, Francisco Agüero,
Andrés Manuel Sánchez, José A. Iznaga, Gaspar Betancourt Cisneros, José A.
Arango y otros, lograron escapar al extranjero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario