jueves, 28 de agosto de 2014

¿Cuánto tiempo es un segundo?

El tiempo el implacable, el que pasó
Pablo Milanés

A HHC, el sabe por qué

Alguna vez pensé que el tiempo como conceptualiza las ciencias exactas es una dimensión y sin duda es una dimensión, una dimensión de características diferentes a las dimensiones tangibles; aunque el tiempo es algo perceptible los humanos no podemos percibirlo con ninguno de nuestros sentidos, no se puede ver aunque observemos como transcurren las horas a través de un reloj, no podemos oírlo y estamos seguros de que cada día lo escuchamos en el tictac de los analógicos o en las alarmas de celulares o en las campanadas de las iglesias, no podemos olerlo aunque cada estación del año nos regala aromas diferentes, no es posible degustarlo a menos que a los chocolateros les dé por ofrecer tabletas con la forma de los relojes derretidos de Dalí, aún así estaremos comiendo chocolates,  tocarlo sería imposible si no es que pasamos nuestros dedos por las manecillas de un reloj que las tenga al relieve y en ese acto se nos revele que acabamos de pasar del pasado al presente y ese instante ya vuelve a ser pasado, que el futuro es intocable pero existe.

Percibir el tiempo es una experiencia abstracta que por común apenas apreciamos,  solo va en una dirección que el hombre se inventó caprichosamente hacia adelante o a la derecha, cuando pudiera haber sido lo contrario. Generalmente decimos que el tiempo pasa, en realidad transcurren nuestras vidas en el tiempo.

Los sociólogos, abogados  o los humanistas pudieran elucubrar sobre si el tiempo es un derecho, si aceptamos que es algo que tenemos todos por igual sin importar que seas rico o pobre, judío o musulmán, ario o negro pues lo es, el tiempo podría ser una moneda de cambio, trabajarías horas a cambio de tiempo libre, o a cambio de comida, libros, ropas, por decreto internacional no podría intercambiarse el tiempo por instrucción, salubridad o acceso a los recursos naturales.

Medir el tiempo en apariencia resulta un acto de absoluta exactitud, mientras más exacto mas relativa es su existencia, así a un niño le parece una hora un suceso interminable, a un joven demorado a un adulto demasiado pronto y a un anciano algo que lo pone más cerca del fin, percibir el tiempo es como muchas otras cosas un acto de voluntad y amor.

El tiempo de los vivos es exactamente igual al de los muertos, con la única diferencia de que quienes permanecen con vida cuentan cada instante que no pueden compartir con quienes se le adelantaron y sobreviven a la ausencia con una carga doble. El tiempo de los que se enamoran es el más efímero, pero el más intenso, pues es el amor otra dimensión intangible, amar a la pareja, a los hijos a la familia es un acto supremo al que dedicamos la mayor parte de nuestras vidas, pues el resto de los momentos somos amados.

Cuando descubrí que 30 años pueden parecer 500 o una hora, y que se pueden contar los momentos vividos en ese lapso en menos de 5 minutos, entendí que la ciencia no puede aunque quiera explicarnos con certeza como es que el tiempo se nos presenta como una dimensión.

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